SE CELEBRÓ EL HOMENAJE AL PROFESOR MANOLO CANO
Numerosos compañeros, amigos, alumnos y ex-alumnos, y miembros de la comunidad educativa del IES Juan de Aréjula se sumaron a este emotivo acto de homenaje que se inició en el Salón de usos múltiples del IES. El vicedirector, Arcángel Bedmar, la jefa de estudios, Carmen Anisa, y la directora, Amparo Tirado, en sendos escritos, glosaron la semblanza profesional y humana de Manolo Cano. Además se le hizo entrega a la familia de la estatuilla oficial del centro, así como una placa en nombre de los compañeros y compañeras. La profesora Mª Carmen Sánchez les impuso a Mª Del Mar Guillén, esposa de Manolo, y a sus hijos, María y Francisco Manuel, la insignia de plata con el logotipo del centro.
A continuación los asistentes se dirigieron hacia las instalaciones de Automoción, donde Francisco Manuel Cano (en la foto) descubrió la placa que da nombre al Aula Taller Manolo Cano. El profesor Juan Miguel Martín fue el encargado de hablar de Manolo como el gran profesional que fue; siempre innovador, siempre con afán de aprender y enseñar. Por eso es un orgullo haber dado su nombre al aula donde trabajó, y donde su alegría y bien hacer fueron un ejemplo para todos.
Por último, Mª del Mar Guillén dirigió unas conmovedoras palabras recordando a su esposo y agradeciendo el homenaje que se le tributaba en esta que fue su otra casa, el IES Juan de Aréjula.
h3. Discurso que la directora del IES, Amparo Tirado Reyes, pronunció en el acto de homenaje:
Manuel Cano González nació un 12 de octubre de 1963; en septiembre de 1991 a la edad de 27 años, vino a Lucena acompañado de María, su hija, y María del Mar, su mujer, que esperaba el nacimiento de su hijo Francisco Manuel. Se incorporaba como Profesor Técnico de Formación Profesional de la Rama de Automoción al, por entonces, Instituto de FP Juan de Aréjula. Era un muchacho alto, delgado que se caracterizaba por su pelo totalmente ensortijado.
No fue difícil su integración en esta ciudad ni en el instituto porque era una persona jovial, desenvuelta y risueña que siempre tenía buen semblante.
Gran aficionado a la fotografía e informática y deseoso de aprender, colaboró en varios cursos de aplicaciones fotográficas y TICs, ayudando a la informatización del centro y a la de sus compañeros y compañeras. Dentro de su rama se especializó en Pintura del automóvil y Carrocería, haciéndose cargo, en los últimos años, de las nuevas instalaciones que, tras la reforma del IES, dispusieron para tal fin y que suponían un reto por su gran especificidad.
Si normalmente andaba en su taller, donde no le importaba pasar horas y horas enseñando al alumnado, cuando salía a “echar un cigarrillo” o a la sala de profesores, su disponibilidad era absoluta ante las frecuentes preguntas y demandas de sus compañeros en temas de informática. Jamás se le vio una mala cara ni un gesto agrio; por el contrario, llenaba los pasillos con su permanente sonrisa, sus comentarios jocosos ante las situaciones adversas y sus frases cariñosas: “¿qué pasa chaval?”, solía ser su saludo.
Compartió con el IES la educación de sus hijos, confiando totalmente en la integridad y buen saber hacer de sus compañeros. Su tiempo fuera del centro, era para su familia: “me quería con locura” dice su mujer o “mi padre era muy especial” comentan sus hijos.
En estos días, la Comunidad Educativa de Lucena, en especial la del IES Juan de Aréjula, se llena de tristeza ante la muerte repentina e inesperada de nuestro compañero.
Sirva como reconocimiento a su persona y como consuelo para los que hemos tenido la suerte de compartir su vida, estas estrofas del célebre poema de Miguel Hernández, con la certeza de que, aunque él no esté, sí que nos acompaña siempre su alma.
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Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.
A las aladas almas de las rosas…
de almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.